miércoles, 2 de enero de 2013

Ensayo: Principios de Inclusión Educativa. Ley Provincial 13.688


Ensayo:
Principios de inclusión Educativa. Ley Provincial 13.688

     Con este  ensayo, busco la finalidad de brindar información y herramientas a docentes y directivos argentinos, para que la educación en y para la diversidad sean acciones reales y concretas.

       Las prácticas educativas de todos los actores y que a su vez los organismos dependientes del Estado interaccionen beneficiosamente con los proyectos inclusivos en un marco posmoderno, siendo el punto en cuestión la realidad de la República Argentina, específicamente la Provincia de Buenos Aires.

      El principio de Inclusión Educativa establecida en la Ley Provincial 13.688, requiere tomar como punto de partida que los alumnos y alumnas con necesidades educativas derivadas de la discapacidad sean escolarizados en instituciones educativas pertenecientes a los niveles de enseñanza obligatorios. Sólo cuando dichas necesidades revistan una complejidad a la que no pueden dar respuesta las escuelas de educación común se propondrá su escolarización en escuelas especiales, reitero como he planteado en un principio, que hoy en día “la educación en y para la diversidad“, no solo se refiere a alumnos y alumnas con capacidades especiales, sino que se incluye la atención a todo tipo de necesidades.

      Estas necesidades revisten particularidades que hacen posible diseñar trayectorias escolares integrales y diversas para cada alumno y alumna y que en cada momento de su tránsito escolar pueda tener los apoyos necesarios en su   proceso de aprendizaje y enseñanza.

      Se trata de poner a su disposición todas las herramientas educativas existentes en los niveles y modalidades del Sistema para asegurar a dicho alumnado la escolaridad y la finalización de estudios y su respectiva acreditación.

      La toma de decisiones adecuadas y que la visión de los actores trascienda y vayan “más allá” de la institución escolar, trae otras expectativas y genera a su vez esperanza con otras instituciones barriales, comunitarias y ONG y una dinámica interdisciplinaria en el que la responsabilidad es compartida, ya que compromete a todos los actores de las instituciones intervinientes.

      Otra alternativa de las políticas educativas es la promoción y prácticas que fortalezcan el intercambio y el apoyo técnico pedagógico mutuo, atendiendo la dimensión psicológica y social, comprendiendo que el sujeto social lo es también en tanto otro social lo reconoce y ampara comunitariamente.

      La consideración y el trabajo interinstitucional con aquellos servicios de la comunidad, educativos, recreativos, culturales, de salud, ONG, entre otros, que favorezcan el desarrollo de las capacidades de la diversidad de todos los alumnos y alumnas.

      Vivimos en un escenario social complejo, en donde el modelo de globalización borra cada vez más las diferencias e instala cierta uniformidad y homogeneidad en los códigos de comunicación, y la tecnología a través de los medios pone en escena simultáneamente lugares y tiempos distintos, creando ilusión/realidad de la gran aldea y de un presente continuo, por tal motivo el educar en y para la diversidad es una cuestión posible y necesaria en estos actuales escenarios sociales, complejos y pluriculturales.

      La diversidad hoy adquiere múltiples manifestaciones, ya que en la actualidad existen tantos contactos entre culturas y lenguas, entre prácticas y costumbres tornándose más necesario que nunca la interacción de estos diversos sistemas de comunicación o cosmovisiones.

      Considero y apuesto a que el respeto y la atención de la diversidad son los dos pilares sobre los que se asienta el modelo de educación que daría respuesta a la constitución de una sociedad con vocación de avanzar hacia el pluralismo democrático.

      Negar la diferencia es no reconocer la diversidad con pretensión de imponer la uniformidad, es negación de la autonomía, es poner en tela de juicio la realidad y socavar el edificio de la certeza. Por lo tanto, la intolerancia en definitiva, significa rechazar la duda que enriquece el deseo de descubrimiento.

      El tema que he propuesto en mí ensayo, puede ayudar a interpretar mejor la educación desde una visión sociológica, ya que las diferencias raciales, de lengua de costumbres, de cultura, etc., existieron y existen, y no pueden dejar de ser consideradas, sino en el marco de la democracia, como dice Tedesco (1999), que el fin de la democracia se expresa en una nueva realidad social y económica, sobre las formas de participación ciudadana del futuro.

      Estoy muy de acuerdo con la visón que Tedesco posee de la democracia, por eso por medio de mí narrativa, propongo una educación que sea planteada desde una visión “más allá” del currículo cotidiano, que trascienda, dando respuesta, a través de las prácticas y el compromiso de los docentes, a los nuevos escenarios sociales y políticos del siglo XXI, construyendo una democracia más real y participativa forjadora de hombres y mujeres esperanzados y convencidos que en el mundo deberá reinar la paz y participación de todos y todas.

      Hoy más que nunca, la diversidad de la población docente y de los alumnos y alumnas, nos pone en contacto con una gran heterogeneidad, cada vez con mayor intensidad se pone en evidencia el cambio en la conformación del contingente escolar y docente, con la influencia de estratos sociales distintos de los que tradicionalmente ocupaban cargos docentes, a ello se agregan las consecuencias del deterioro en sus condiciones laborales y en la calidad de la propuesta educativa.

      Creo más adecuada la expresión escuela en y para la diversidad, ya que me remito a la complejidad del actual contexto socio/cultural y económico/político, la preposición “para”, a la heterogeneidad de los/las destinatarios de la escuela, entendida como institución educativa de carácter obligatorio, entonces me refiero con esto a la necesidad de que la escuela se haga cargo de la diversidad de la población que obligatoriamente tiene que atender.

      Estoy convencida que la educación “en y para la diversidad” no debe ser una ilusión teórica, sino una práctica necesaria que lleva a un proceso complejo y dificultoso, requiere no sólo recursos y medios, sino un cambio en las convicciones culturales, sociales y educativas en toda la sociedad, con una visión crítica de la escuela y no una mera readaptación de cambios institucionales.

      Este milenio que ha comenzado hace una década amplió y complejizó el tiempo, la comunicación, la investigación, la tecnología y motivó la transformación de criterios políticos, científicos, religiosos y artísticos, estamos en un momento en que la vertiginosidad de los cambios sobrepasó nuestra posibilidad de comprender y sentir.

     Beatriz Sarlo, (2005), expresa que algunos críticos del posmodernismo ven la posmodernidad como una postura ideológica sofisticada, encubridora de la dominación, que debilita a los hombres y las mujeres, siendo el nuevo “opio” para adormecer los deseos de la liberación de los pueblos.
REVISAR LA FORMA DE LAS CITAS

      Con respecto a lo que expresa Sarlo, veo que ahora más que nunca, la educación y sus actores, deben hacerse cargo y comprometerse, para que los alumnos y alumnas futuros hombres y mujeres del mañana no se sumerjan en el espejismo consumista del actual capitalismo respaldado por la globalización cada vez más reinante en el siglo XXI.

      La escuela podría ser uno de los ámbitos privilegiados para el reconocimiento de la multiplicidad de perspectivas, esto implica favorecer el ejercicio de la duda, de la sospecha y al mismo tiempo de la capacidad para tolerar la incertidumbre.

      Estoy convencida de que la escuela puede ser una alternativa para aprender a articular la trilogía: sentir, pensar y actuar con otros cooperativamente, para construir y reconstruir respuestas lo suficientemente abiertas como para ser reelaboradas constantemente.

      Una de las reflexiones que hago, se desprende de este planteo, si bien la ciencia avanza con esa promesa de progreso infinito, no está con esto garantizado la mejor calidad de vida en el sentido del ser y no sólo del tener, y más aún, en el sentido de los efectos destructivos que perjudican la existencia de la vida en el planeta.



     



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